NO SE NACE MISERABLE.
Un estudio del gobierno vasco (de principios de 2011) muestra que algo más de la mitad de los jóvenes de 15 a 29 años rechazan, por igual, a un vecino etarra, que a un vecino víctima de los etarras. La proporción es, aún, más repulsiva si nos limitamos a jóvenes entre 15 y 17 años.
¿Qué ha pasado para que haya tanta basura moral en la Comunidad Vasca, aunque no sea la única? Creo que la respuesta no es difícil.
El 1 de enero de 1981, Cataluña y el País Vasco recibieron los medios y recursos para llevar a cabo las competencias educativas transferidas. En los años siguientes, se fueron transfiriendo a las demás Comunidades.
El Estado tiene competencia, en exclusiva, para velar por la homogeneidad y unidad sustancial del sistema educativo, así como por las garantías de igualdad básica de todos los españoles en el ejercicio de sus derechos educativos. El Estado puede ejercer esta competencia exclusiva a través del órgano legalmente previsto, la Alta Inspección (artículos 27.8 y 149.1.30ª). ¿Qué ha sucedido en la realidad? Nada de nada.
En los ‘territorios comanches’ se ha venido haciendo, en estos últimos treinta años, lo que a los nacionalistas les ha venido en gana. ¿La Alta Inspección? Ni está, ni se le espera.
Los nacionalistas (ahora ya sabemos, los que queremos saberlo, que son separatistas) han aprovechado estas décadas para fomentar y exagerar las diferencias con el resto de España. A inculcar, con mayor o menor sutileza, el odio a España, a la lengua española (la lengua de Franco, como es sabido) y su historia. Además, se hacen las víctimas porque siempre hay tontos que tragan. Al cabo de treinta años de lavado de cerebro nacional-periférico, una parte de las jóvenes generaciones del País Vasco, dice que rechaza por igual un vecino terrorista que a una víctima.
¿Qué han hecho los partidos, teóricamente, nacionales, el PSOE y el PP?
Al carecer de sentido de Estado y hacer primar sus mezquinos intereses partidistas, no han modificado la ley electoral, que es profundamente injusta y da un poder a los separatistas, que los votos no les conceden. Ni han rescatado, para el Estado, las competencias educativas, utilizadas durante décadas (en los llamados ‘territorios comanches’) para separar a los españoles en vez de unirlos.
De vómito.
Sebastián Urbina.
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